El lente que documenta con belleza y profesionalismo los efectos sociales de decisiones políticas que hieren de gravedad la economía de un país. Es el lente que eligió usar la fotoperiodista estadounidense Dorothea Lange cuando el gobierno de su país le pidió que registrara la vida cotidiana de los agricultores en los años de la Gran Depresión, post crisis del 29 . La guiaba el certeza de que «la cámara es un instrumento que enseña a la gente cómo ver sin una cámara».
Esas lecciones, que en silencio dictan sus imágenes, podrán tomarse desde hoy en el Centro Cultural Borges. El jueves pasado, inauguró Dorothea Lange: la fotografía como testigo incuestionable, exposición de un centenar de imágenes de 30x 40cm, que hoy pertenecen a la galería berlinesa Birwelderwelt y llevan a la sala 21 de ese centro cultural la dignidad del sufrimiento de los cosechadores y sus familias que, ya sin trabajo, buscan nuevos medios de subsistencia. Fueron tomadas por Lange entre 1935 y 1940 para la Administración de Seguridad Agrícola, primero, y de la Oficina de información de Guerra después.
Habituada a los retratos -a los que se dedicaba antes de salir a fotografiar la vida a cielo abierto-, Lange logra captar gestos, miradas, situaciones que claman justicia o rinden homenaje al trabajo manual.
«Se la conoce como la fotógrafa de la democracia. Su obra permite un recorrido por la historia de los EEUU y es muy valorada aunque no tan conocida quizá porque no las vendía con su nombre y porque la cuestión comercial pudo no haberle interesado demasiado», dijo a la nacion la curadora de la muestra, Blanca Monzón. En el Borges eligieron inaugurarla en julio por su relevancia sobre todo para el público adulto en un mes donde sobreabunda la oferta para chicos por el receso escolar de invierno.
Ganadora en 1941 del premio Guggenheim Fellowship por la excelencia de su fotografía, Lange murió de cáncer en 1965, a los 70 años. En esos años retrató a niños con o sin sus madres, a mujeres y hombres trabajadores, a familias migrantes y al campo, lugar de trabajo por excelencia de esa gente.
Madre migrante, es el título más conocido de una de las obras maestra de Lange que, por supuesto, integra la muestra y en la que se ve a una mujer que mira el horizonte con preocupación y dos niños pequeños a sus costados que buscan ocultar sus rostros tras ella. El título original es Desposeídos cosechadores en California. Madre de siete hijos. Treinta y dos años. Nipomo, California. La fotógrafa la tomó en 1936 y veintitrés años después contó las circunstancias que rodearon ese momento. «Había estado viajando sola durante un mes fotografiando el trabajo en las granjas de migrantes de California. Había terminado el encargo, se me había acabado el tiempo y yo estaba agotada. De camino vi de reojo en el margen de la carretera una señal primitiva con una flecha Campamento de recolectores de guisantes. No me apetecía parar y no lo hice. Entonces mantuve un diálogo interior :»Dorothea por qué no hechas un vistazo a ese campamento de allí atrás? ¿Vas a regresar? Casi sin darme cuenta estaba cambiando de sentido en la autopista. Me dejé llevar por el instinto . Vi a aquella madre hambrienta y desesperada y me acerqué a ella atraída como un imán. Tomé cinco fotografías con cinco exposiciones. Me explicó que se había estado alimentando de hortalizas congeladas y pájaros que cazaban sus hijos. Ella parecía saber que mis fotografías podían ayudarla, así que ella también me ayudó. No me acerqué a ningún campamento más, sabía que acababa de retratar la esencia de mi encargo».
Roy Stryker, su jefe en la Administración de Seguridad Agrícola (FSA por su sigla en inglés) estaba a cargo de un área del gobierno que buscaba documentar la reubicación de agricultor y obtener, según Peter Walther en su libro La fotografía del New Deal, una imagen de la América rural en el umbral de la Edad Moderna. Para ello contrató, entre 1935 y 1943 a más de 40 fotógrafos que tomaron unas diez mil fotografías del entorno rural, los pueblos y las ciudades. Lange era uno de ellos.
Difundidas por el mismo gobierno las fotografías aparecieron en la prensa gráfica, informes gubernamentales, exposiciones, libros ilustrados y material educativo. De Stryker, quien recomendaba lecturas a los fotógrafos y les enviaba instrucciones bastante concretas sobre qué debían fotografiar y por eso algunos los criticaban, Lange dijo que «su actitud creaba una atmósfera de libertad muy especial, cualquiera que diga lo contrario y pretenda venderle una perspectiva más oficial, miente porque no era así. Aquella libertad te permitía buscar tu propio camino».
Por Silvina Premat
Publicado el 18 de julio de 2018
LA NACION